Sólo tu nevada frente
permanece en mi memoria.
Hubo paz y después gloria
que no duró eternamente.
Aquel abril sonriente
segó tu pequeña historia.
Dejó de girar la noria
y se acalló la corriente.
Tus viejos ojos cansados
fueron a ninguna parte
y me dejaste muy solo.
Unos reflejos dorados
quisieron acariciarte.
Tras los cristales, Eolo.
(De "Jardín interior).
(Archivo: mirarlook/cuevadelcoco).
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