23 de febrero de 1981...
Han pasado 32 años...
O, 32 años han pasado por nosotros...
En aquellos tiempos, cuando nuestra democracia todavía estaba en pañales,
aún creíamos en ella...
Creíamos en un ´país nuevo, en un país distinto, en un país libre de sombras,
sin amenazas...
Creíamos en la honestidad de la clase política...
Y creíamos en que nuestros políticos trabajaban
por y para nosotros, los ciudadanos "de a pie",
que era la coletilla más al uso en ese momento...
23 de febrero...
¿Es posible que haya pasado tanto tiempo...?
¡Qué jóvenes éramos...!
¡Y con cuantas ganas de vivir...!
Pensábamos, ¡infelices!,
que los años ochenta se presentaban apasionantes,
que iban a ser nuestra década prodigiosa...
¡La década del desencanto..., eso fue...!
De momento, la tarde del 23 de febrero de 1981,
mientras asistíamos en Jaca a la inauguración de la Universíada,
y recorríamos las calles, todavía con algunas luces que el crepúsculo
pugnaba por conservar entre sus dedos,
se hizo el silencio...
Todo era un ir y venir de gentes presurosas...
Inquietud...
¿Qué estaría pasando...?
Nos encontramos con una amiga:
"¡Golpe de estado, golpe de Estado...!"
Fue lo que le oímos decir, entre lágrimas de miedo,
de sorpresa, de incertidumbre...
Toques de llamada en los cuarteles...,
y el vacío en la calle...
Dos amigas francesas,
(la menor de las dos era novia de un jaqués...),
no podían contener las lágrimas...
Hijas y nietas de exiliados,
se imaginaban el triste hecho de volver a retroceder en el tiempo...
Se hizo de noche...
Silencio...
Los soldados, corrían a sus cuarteles...
Soplaba un viento frío y desapacible...
De vez en cuando, algún conocido,
que se aventuraba a dar un vuelta,
hablaba de tanques por las calles,
de despliegues militares...
Al fin, cansados de ir y venir,
helados de frío,
y sin saber qué decir no qué pensar,
mi hermano y yo, volvimos a casa...
La televisión no daba ninguna noticia esclarecedora...
La radio, otro tanto...
Cenamos algo, por no irnos a dormir
con el estómago vacío,
pero recuerdo que me quedé en el sofá
del pequeño cuarto de estar,
atento a la pantalla...
¿Qué es lo que contemplé,
a lo largo de esas horas...?
Tengo la brumosa idea de haber visto alguna película...
Me asomé a la ventana, en el otro extremo de la casa...
Una noche de invierno...
Y silencio sobre todas las cosas...
Mientras, meditaba...
No podía dormir...
De madrugada, la imagen de S.M. el Rey,
que aún no había cumplido seis años al frente de
la Jefatura del Estado,
apareció en la pequeña pantalla...
Al día siguiente, y desde el punto de la mañana,
todo fue un diluvio de imágenes sobre el hecho...
23 de febrero de 2013...
Han pasado treinta y dos años...
Nuestra democracia ya no es joven,
aunque lo sea en comparación con otras democracias
del continente...
Y, sin necesidad de ningún golpista,
está más amenazada que nunca...
Y desde dentro...
Y sin necesidad de intervención militar...
Nosotros, ya no creemos en nada...,
o en muy poco...
Políticamente hablando..., claro está...
Desde aquel, triste y oscuro 23 de febrero,
este país ha ido de mal en peor...
Sólo se salvan algunos años, en los que todo repuntó,
para hundirse de nuevo en las más profundas simas
de la negrura nacional...
¡Democracia...!
Hoy, palabra vana, que sirve para que nuestros políticos
se llenan la boca al pronunciarla...
Y nada más..., porque tampoco creen en ella...
¡Qué distintos éramos los españoles
de aquel día de junio de 1977,
cuando depositamos, emocionados,
nuestro ilusionado voto,
en las primeras elecciones libres
y democráticas...!
Muy distintos de lo que somos hoy...,
cuando vemos con tristeza que el estado se hunde,
que la tablazón del buque está podrida,
y no sabemos cuánto tiempo aguantará
el peso de tantos desmanes...
(Archivo: cuevadelcoco).