domingo, 13 de noviembre de 2011

El Coco y el Filósofo han madrugado...
Poco a poco, han llegado a la cima de la montaña...
El milano sobrevuela la cumbre, y lanza sus agudos gritos de vez en cuando...
Su silueta se recorta en las nubes blancas...
El Coco y el Filósofo, contemplan, sentados en una piedra plana, cómo pasan las nubes, las formas que adoptan...
Y se ríen, cuando encuentran alguna nube que les recuerda a alguien..., o algo...
-¡Hace tiempo que no jugaba con las nubes...!, dice el Filósofo...
-¡Es muy divertido...! ¡Y descansa mucho el pensamiento...!, dice el Coco...
-De niño, en el buen tiempo, mi madre y yo, contemplábamos las nubes... Hasta que se hacía de noche...
-¿Cómo es una madre...?, pregunta el Coco...
-Es... No sé... Es alguien que te quiere de verdad... Que te escucha... Que intenta comprenderte...
Que comparte contigo las cosas... Hasta las más pequeñas... Que te hace feliz... No sé qué más puedo decirte..., responde el Filósofo...
-¿Recuerdas a tu madre...?, vuelve a preguntar el Coco...
-Sí... Aunque a veces, su imagen se vuelve como las nubes, se borra, y luego reaparece... Pero siempre está ahí...
-¿Yo tuve una madre...?
-Claro que sí, Coco, claro que sí...
-¿Podría verla en las nubes...?
-Inténtalo...
Y los dos, sentados en una piedra plana, guardan silencio, y miran las nubes, buscando algún recuerdo...
Que quizás encuentren...

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