En la helada y oscura amanecida
hay una pobre luz que amarillea...
Extiendo sobre el mármol desgajado
un ruiseñor difunto. (Crueles hebras
brotaron de los labios de las nubes.
¡Oh, pálidas vestales de las selvas,
sombras dolientes, cítaras sin canto
que rasgan la sedoda piel etérea!)
Bajo la inmensidad de la memoria
se pierde ya tu imagen y tus huellas
apenas un rasguño en el camino,
leves quejidos de unas viejas cuerdas.
Ya la guitarra mágica del viento
enmudeció, cargada de tristezas...
("Lluvia sobre la playa", John Constable.
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