a coronar de hiedra las estatuas
en el jardín anclado en la penumbra
donde se perfilaban nuestros sueños.
De los frescos cipreses, tras la lluvia,
fragancias misteriosas ascendían
al cielo vespertino, engalanado
de trémulas estrellas impacientes.
Siento que se deshace entre los dedos
aquella rosa de mis dulces años.
El pájaro del tiempo, alzando el vuelo
ha recorrido ya larga distancia
y algunos de los rostros han partido.
Nuestro jardín dormido queda lejos.
("Cipreses", Vincent van Gogh).
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