¡Quién sabe si morir no es irse a casa...!
Pues forasteros somos en la vida,
nos reclama una patria desmedida
y una negra nostalgia nos traspasa...
Burlamos el hastío que rebasa
nuestra existencia torpe y encogida,
que con esquivo goce nos descuida
y un necio afán, que al cabo, nos arrasa...
¡Quién sabe si esta vida que apretamos
no es una travesía por la pena
en busca del lugar de los lugares...!
¡Quién sabe si al morir no retornamos
a una rutina más dulce y más serena,
al más nuestro de todos los hogares...!
(Soneto enviado por el Poeta, al Filósofo, amigo del Coco.)
(Fotografía: Obra del pintor Cristóbal Toral.)
1 comentario:
Precioso poema, a la casa siempre habitada, a la casa del hombre que nunca nació,que siempre estubo ahí...taciturno, melancolico pero bonito
Publicar un comentario