En el íntimo ardor de las alcobas
mariposas de sueño y laberintos
donde el alma se pierde, gota a gota.
Sabor de amanecida de diciembre,
cristales derretidos en la boca,
porque todo es posible en el misterio
de las primeras horas cautelosas.
En el tranquilo mar de tus cabellos
una brisa levanta tenues olas.
La luna se ha perdido tras los montes
soñando prados verdes y amapolas
sofocadas por las tardes estivales
ávidas de silencios y de sombras.
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