ÉRASE UNA VEZ un pájaro verde que buscaba una hipotenusa para que le enseñara canto.
Y no la encontraba...
Por más que miraba y remiraba en todas partes...
Cierto día, un logaritmo amarillento por el uso, le dijo: "Conozco un triángulo equilátero que se aburre, y podría enseñarte..."
Fue el pájaro verde a casa del triángulo equilátero, y éste, le propuso ensayar todas las mañanas, de siete a nueve. Así, fue pasando el tiempo, hasta que se presentó un área de círculo, protestando por los cantares mañaneros, ya que dormía hasta muy tarde, porque trabajaba en un colegio y las clases comenzaban a las cuatro.
Iba acompañada de un pentágono griposo y de una ecuación de primer grado que estaba preparando oposiciones para ascender a segundo.
El pájaro verde tuvo que suspender sus lecciones por el momento.
Cuando ya terminaba la primavera, cierto atardecer leyó en el periódico que un rombododecaedro mocho, ya jubilado, impartía clases particulares.
Y allí se fue.
Pero el rombododecaedro estaba en otra ciudad, cuidando a una ´tía suya, descendiente del teorema de Thales, enferma de paralelismo crónico, y tampoco pudo ser.
Al final, harto de tanto peregrinaje, el pájaro verde decidió que lo mejor era aprender por su cuenta, y se puso un disco de Enrico Caruso, que escuchaba sin parar,
Y llegó a cantar como él.
Lo contrataron en la Scala de Milán, pero, una pirámide truncada, que siempre son muy envidiosas, le puso una zancadilla y perdió el contrato.
Entonces, se instaló en los bosques de Viena, donde viva cantando arias famosas para deleite de los paseantes.
Además, en una recepción de la embajada de los círculos polares, hizo amistad con una línea recta indefinida, y se llevan muy bien...
Lomalo es que al ser indefinida, nunca se sabe dónde comienza y dónde termina...
Pero se llevan muy bien...