jueves, 4 de julio de 2024

Un verano sin tiempo...








 
El tiempo aún no existía para mí...

Las campanadas del reloj de pared, 
sólo eran sonidos que no comprendía...

Me gustaban, sólo me gustaban...

Las estaciones, apenas si me dejaban huella...

Y fue el último verano...!

Recuerdo a la pequeña Silvie,
la dulce y cariñosa francesita,
con la que compartía juegos cada tarde,
hasta que la terraza se llenaba de sombras...

Pero, a mediados de septiembre,
mi abuelita, con toda su buena intención,
me dejó en las manos del hermano Tomàs,
y, entonces, comprendí que el tiempo "se medía",
que el reloj de pared, era un artefacto,
hecho para regular la vida...

Vestía bata de colegial,
de rayas blancas y azul oscuro,
con dos bolsillos donde llevar "cosas"...

La pequeña Silvie llegó durante el verano siguiente...

Dulce y encantadora...

Nuevas tardes de juegos en la terraza,
bajo la parra.
Nuevas y gratas horas,
que la noche interrumpía.

Y Silvie ya no regresó.










(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco.)




Dedicado al yayo Félix, superviviente, como yo,
de aquellos lejanos tiempos.


1 comentario:

El Yayo Félix dijo...

Precioso como todo. El coco no ha perdido la buena mano para escribir.
Un abrazo del Yayo Félix