Yo voy soñando caminos
de la tarde. Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas...
A dónde el camino irá...?
Yo voy cantando viajero,
a lo largo del sendero...
La tarde, cayendo está...
En el corazón tenía
la espina de una pasión.
Logré arrancármela un día:
Ya no siento el corazón.
Y todo el campo un momento
se queda mudo y sombrío
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde, más se oscurece,
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada!
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco.)
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