Monasterio de las Benedictinas. Jaca.
Dibujo de Mateo Lahoz.
Fue cierto anochecer...
Las primeras estrellas,
apenas asomaban
tras los muros sombríos
del viejo monasterio...
Esos muros, cubiertos
por la incansable hiedra,
en su constante avance
ansiosa de la altura...
Los dos, en silencio,
uniendo nuestras manos...
Tus ojos reflejaban
los restos fugitivos
del cansado crepúsculo...
"¿Volverás..., -yo te dije-,
...el próximo verano...?
Pero no hubo respuesta...
Con tus labios de niña
posados en mis labios,
nos acogió la noche...
Un ruiseñor, oculto
entre aromadas frondas,
desgranaba su canto...
(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración: Mateo Lahoz).
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