Siempre hay, siempre existe, una referencia en el tiempo...
Fue hace veinte años, poco más o menos,
cuando contemplé por primera vez,
la obra de la acuarelista Aurora Charlo...
El agua, desciende libremente...
Desde entonces, he seguido con interés
la trayectoria de esta artista,
que, bien se merece este honroso título,
en estos tiempos,
donde cualquier manchador de superficies,
se coloca esa inmerecida medalla...
Aurora, es una artista plena...
Y se lo ha ganado a pulso...
"El paseo", silencio y soledad...
Si ella tiene una característica clara,
es la de que su obra es inconfundible...
Aun sin firma,
al contemplar una de sus obras,
podemos afirmar enseguida:
"- Es de Aurora Charlo...!"
El agua, la nieve, los bosques...
Su técnica, no se desliza precisamente
por un camino fácil...
Los temas que trata,
estoy seguro de que echarían atrás
a muchos cultivadores de este medio al agua...
Aurora Charlo no admite concesiones:
El resultado final,
ha de ser rotundo, pleno, sólido...
Las lejanías, brumosas, inciertas,
y una superficie que refleja,
como un espejo insobornable,
esa luz difusa...
Conoce su oficio,
y las posibilidades de ese oficio,
adquiridas a base de probar,
experimentar,
buscar continuamente...
Un abismo cualitativo,
separa su obra,
plenamente profesional,
de la de los meros aficionados...,
con todos mis respetos a ellos...
¡Ojalá hubiera más...!
Sugerencia: economía de medios...
Le bastan unas pinceladas,
unos breves toques,
para sugerirnos ese paisaje que contempla...
El acuarelista,
ha de ser, siempre,
quien nos dé,
de primera mano,
quien nos facilite,
"apriorísticamente",
(...mis disculpas por el término...),
la emoción, la vivencia,
el sentimiento...,
ante al tema enfrentado...
El agua, viva...
Me gusta su atracción,
cuyos orígenes desconozco,
por el agua en movimiento,
por las aguas bravas,
que no admiten barreras
en su constante fluir hacia lechos calmos...
Impresiona la "sensación de realidad",
estremece la captación de la líquida violencia...
Y, todo ello, sin caer,
de ningún modo,
en dramatismos innecesarios...
La quietud de un valle...
Y, sin más,
sentimos la belleza inmediata
de un invierno en la montaña...
Porque Aurora Charlo,
es, forzosamente viajera...
Acaso el viejo dicho:
"...donde los ojos no pasean...",
constituya su constante actitud...
La playa solitaria...
Austera de color,
ese color desplegado
que guarda para sus temas "de casa",
esos bodegones amables,
cariñosamente tratados,
íntimos, y, sin duda,
conformantes del "otro lado",
austera, decía,
valiéndose de pardos,
de su eterno ultramar francés,
configura su universo temático.
Reflejos en el agua, constante y magnífico empeño...
Me da por imaginar a Aurora Charlo,
con su escueta mochila,
donde transporta sus útiles imprescindibles,
recorriendo caminos,
deteniéndose ante la belleza de un pequeño cauce,
o, soñando despierta,
ante la grandiosidad de un horizonte...
Ella está,
donde está la luz...
La luz...,
la meta de todos los artistas...
Frío, lluvia, viento...,
no importan...
Su cuaderno de apuntes se llena de imágenes,
porque vive ajena al tiempo,
ajena a todo lo que no sea su atracción
por esa naturaleza,
con la que decidió desposarse...,
Breve huella de la presencia humana...
Distancias, brumas, agras bravas,
horizontes que cautivan la mirada...
¡Qué duda cabe,
de que son el amor de su vida...!
Por eso mismo,
nunca estará sola...
(Archivo: cuevadelcoco).
1 comentario:
Excelente y emotivo articulo
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