Nunca ha dejado de asombrarme el poder de la opinión pública en la sociedad norteamericana.
La opinión pública, transmitida por los medios de comunicación, ha sido capaz de ocasionar la retirada de más un candidato a la presidencia, cuando ya se hallaba en la recta final, y se contemplaba a sí mismo como nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Brota un rumor, se difunde, se confirma..., y el feliz y rebosante candidato, cae por tierra cuando se veía con el poder en las manos...
Nada menos que liderar el país más poderoso del planeta...
Cierta aventura con una amiga, secretaria o colaboradora, en determinado motel, (que, por lo visto, son los "picaderos" más habituales desde la costa del Atlántico a la del Pacífico...), y ya no hay nada que hacer...
Un candidato tiene que presentarse absolutamente limpio...
No valen tonos grises, ni medias tintas: O blanco o nada.
La opinión pública USA, mira con lupa toda la vida de cualquier presidenciable...
¡Y mejor es que no encuentre nada, absolutamente nada...!
Existe, pues, una relación muy estrecha, entre poder y ciudadanía.
Los ciudadanos opinan, los medios de comunicación de masas difunden, y los políticos están siempre atentos a las fluctuaciones de su popularidad...
La opinión pública USA, ha sido, y sigue siendo, capaz de anular decisiones presidenciales, forzar dimisiones,
cambiar el rumbo de política del país, tanto a nivel interior como exterior...
Y exige explicaciones cuando algo no funciona...
Podremos decir lo que queramos sobre USA, pero hay una verdad irrebatible: Es el pueblo quien decide...
Aquí..., nada de eso...
Nuestros políticos, una vez asentados en el poder, establecen una barrera infranqueable entre ellos y los ciudadanos...
No existe comunicación. Ni deseos de que exista.
Les importa muy poco lo que el país pueda pensar y opinar.
Ante todo, el poder.
Y, una vez obtenido, nada importa ya... Y "donde dije digo, digo Diego"...
Lógicamente, hay que considerar lo que en realidad somos: Un instrumento para alcanzar el poder.
Y, satisfecho este anhelo, no contamos para nada...
Triste es llegar a la conclusión de que ni siquiera somos ciudadanos, sino meras intenciones de voto...
Las peticiones de elecciones anticipadas se acercan al 60% a favor.
Es una cifra considerable, pero el Sr. Rodríguez Zapatero y sus acólitos, hacen oídos sordos.
Su testarudez es notoria.
¿Qué fuerza tiene la opinión pública española?
Yo diría que muy poca...
Por otra parte, el ciudadano se cansa de "predicar en desierto"...
De que su voz no llegue donde debede llegar...
Siempre se estrella contra el muro infranqueable proporcionado gentilmente por las urnas...
La única salida, es el voto de castigo...
Cariacontecido apareció el jefe del ejecutivo, tras la derrota en las locales y autonómicas...
Pero recompuso enseguida su estereotipada sonrisa, aclarando que agotaría la legislatura contra viento y marea.
La opinión pública se manifestó de la única forma que puede hacerlo: Expresando su descontento con el voto
negativo.
Pero el partido en el poder, como siempre, ha hecho caso omiso de la advertencia...
D. Felipe González, cuyos niveles de autocracia alcanzaron cotas muy alarmantes, cuando en alguna ocasión le era adversa la fortuna electoral, llegó a insinuar que "...los españoles se equivocan..."
Sus dignos sucesores, callan, claro está, porque les conviene..., pero, haciendo suyo el pensamiento oculto de D. Felipe, siguen en la brecha...
Y es, que, en realidad, no aman a su país... Aman el poder, que es algo muy distinto...