lunes, 20 de septiembre de 2010

"Cantar i callar..."


"Cantar i callar", fue el primer disco de José Antonio Labordeta.
Antes, había dado algún que otro recital, bastantes las verdad, sobre todo para amigos y alumnos, en lugares como el salón de actos de un instituto, o donde se terciaba...
Escuché este disco, editado por "Le chant du monde", en los comienzos de la primavera de 1974.
Todavía lo conservo, con algún clis-clás, de tantas veces como se habrá reproducido, no sólo por mi, sino por mi hijo y sus amigos...
La primera vez, ya me dejó una huella agridulce, ácidoamarga, y una sensación de que el corazón se me encogía y que las lagrimicas estaban a punto de escaparse...
Sobre todo con "...siempre te recuerdo vieja..."
La primera canción, me pareció dura, seca, auténtica, un grito angustiado, producto de las arcillas turolenses donde su autor paraba por entonces...
Tenía algo de la jota del Bajo Aragón, sin adornos ni florituras, poco dada a sentimentalismos ni
concesiones a la galería...
Una jota dura para ser cantada por hombres duros y sufridos...
Y todas las canciones de ese primer disco de José Antonio, contenían un toque de desesperanza,
de clamor por una vida justa y digna, de orgullosa y cabreada resignación ante la naturaleza...
El hombre del campo, aun sin saberlo él mismo, suele ser panteísta...
Y el agricultor turolense, todavía más...
La naturaleza es el Dios de estas gentes..., de estas buenas gentes...
Acudirán a la iglesia os domingos, pero en el fondo de su corazón, a quien temen y a quien imploran, es a la naturaleza misma, dueña y señora de de sus vidas...
Pocas veces amable, y siempre destructora de sus ilusiones...
Y este espíritu de lucha, de combate perdido de antemano, es el que inspiró a nuestro cantautor...
Aquella primavera de 1974, y a los pocos días de la audición de su "lp", lo escuché en directo...
Creo que fue en el salón de actos del Instituto "Domingo Miral", de Jaca, propiciado por María Luisa Bailo y Angelita Abós, ambas profesoras mías en el bachillerato...
¡Qué tiempos, José Antonio, qué tiempos ilusionados, por el inminente cambio...!

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