Todo pertenece al tiempo...
Creemos que algo es nuestro, nos agarramos con uñas y dientes a ese algo, que puede ser una casa, un libro, un coche, un animal de compañía, una cuenta en el banco, una persona amada, y
no..., de nuestro nada...
Sólo es un préstamo que el tiempo ha tenido a bien concedernos...
Luchamos por poseer algo...
Y lo obtenemos...
Pero sólo es una broma que el tiempo nos hace, para que nos forjemos ilusiones...
Tu casa, que mi hijo y yo visitamos cierto día, ese salón lleno de libros y recuerdos, ese vitrina donde guardabas tus apreciadas guitarras, de las que mi hijo no sabía separar la vista...
También eran un préstamo del tiempo...
Tú mismo, para nosotros, eras una concesión del Señor Tiempo...
Y te has ido...
Seguramente te has ido al lugar que bien te merecías...
A un lugar libre, sereno, en calma...
A un lugar donde seguirás pensando, cantando, escribiendo, viajando, y gozando de una libertad sin fin...
Tal vez la eternidad sea eso...
Aquí, queda tu recuerdo de luchador, tu imagen un tanto cervantina y de hombre de bien...
Aquí queda el recuerdo de tu dignidad...
De tu indiscutible bonhomía...
Y tu afán por la libertad..., reflejada en canciones, escritos, y actuaciones en el campo político...
Pero, sobre todo, y lo digo ya por tercera y última vez, tu carisma de hombre bueno...
Adiós, José Antonio...
Tienes toda una eternidad por delante...
Disfrútala...
Te lo mereces...
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