RECORDÉMOSLO: El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha afirmado hoy, 30 de abril de 2010, que el índice de paro no superará los cinco millones.
Da la casualidad de que los parados, en nuestro país, son, oficicialmente, CUATRO MILLONES SEISCIENTOS DOCE MIL.
Pues bien, ese ente, versátil, poliédrico, más digno de figurar en una comparsa circense, que de gobernar a los españoles, asegura que no se superará esa cifra, que jamás vamos a llegar a los cinco millones de desepleados.
Pues, no me lo creo, no me lo creo ni aunque me dieran fe de ello ante notario.
Tampoco me creo "el milagro" de que esa cifra, 4.612.000 ciudadanos sin trabajo, descenderá progresiva y notoriamente en lo próximos trimestres...
No me lo creo, porque ya no tienen la mínima credibilidad...
Si cada vez que el gobierno R.Z. afirma algo, deberíamos de tomar nota, y guardar ese dato como si se tratara de un billete de 5oo €.
Para luego mostrarlo, cuando quede desmentido,
Hoy, por si acaso, guardo los datos anteriores en esta entrada, con el convencimiento de que un ejecutivo, indeciso, despersonalizado, inmovilista, sin esperanzas ya, y que hace todo lo posible por mantener el tipo y no soltar el sillón, no puede afirmar nada sin caer en el ridículo...
No hemos tenido un gobierno más negado, posiblemente desde los tiempos de D. Fernando VII, por poner un ejemplo...
Y es que, los españoles, tenemos buena culpa de que así suceda.
En otros tiempos, y en otras circunstancias, estaríamos ya en la calle, día tras día...
Pero no, el ciudadano aguanta todo lo que le echen, pasa de todo, y no se inmuta.
Y así, continuaremos hasta que esta España, más pobre y digna de lástima que nunca, se derrumbe de una vez por todas...
viernes, 30 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
El Coco lee un fragmento de "D. Quijote de la Mancha", en homenaje a D. Miguel de Cervantes.23 de abril de 2010.
El Coco se ha sentado en su sillón preferido. A su alrededor, están, el Filósofo, el Poeta, el Pintor, El Caminante, y sus animales, a quienes ya conocemos. Sobre un atril, descansa un ejemplar de "Don Quijote de la Mancha", encuadernado en gruesa piel, y cuya antigüedad es notoria. Ha abierto el venerable volumen, y se ha hecho el silencio.
Y, el Coco, ha comenzado su lectura:
"-Dichosa edad y siglos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque
en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y de mío.
Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente los estaba convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en manífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían.
En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaba su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquier mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para la defensa de las inclemencias del cielo.
Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primer madre; que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían.
Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otro, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidos, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestra cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado.
Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos.
No había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza.
La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen.
La ley del encaje aún no se había asentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había que juzgar ni quien fuese juzgado.
Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, solas y señeras, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propria voluntad.
Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la cierre y la oculte otro nuevo laberinto, como el de Creta, porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.
Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos.
Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasajo y buen acogimiento que hacéis a mi y a mi escudero.
Que, aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogístes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mi posible, os agradezca la vuestra..."
El Coco ha terminado su lectura, y, todos, puede que hasta los animales que en su cueva acoge y cuida, han permanecido callados, meditando sobre el razonamiento del buen D. Quijote.
Y así, ha llegado la noche...
Y, el Coco, ha comenzado su lectura:
"-Dichosa edad y siglos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque
en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y de mío.
Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente los estaba convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en manífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían.
En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaba su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquier mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para la defensa de las inclemencias del cielo.
Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primer madre; que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían.
Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otro, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidos, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestra cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado.
Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos.
No había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza.
La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen.
La ley del encaje aún no se había asentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había que juzgar ni quien fuese juzgado.
Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, solas y señeras, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propria voluntad.
Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la cierre y la oculte otro nuevo laberinto, como el de Creta, porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.
Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos.
Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasajo y buen acogimiento que hacéis a mi y a mi escudero.
Que, aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogístes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mi posible, os agradezca la vuestra..."
El Coco ha terminado su lectura, y, todos, puede que hasta los animales que en su cueva acoge y cuida, han permanecido callados, meditando sobre el razonamiento del buen D. Quijote.
Y así, ha llegado la noche...
23 de abril... Miguel de Cervantes...
El Coco, y a través de este blog, tiene un recuerdo para D. Miguel de Cervantes Saavedra,
autor de "El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha", gloria de la Literatura Española y Universal.
Más tarde, el Coco leerá un Fragmento de "El Quijote", para honrar la memoria del más brillante, inmortal y universal genio de nuestra Letras.
23 de abril, Día del Libro...
El cree que la lectura es uno de los mayores placeres de esta vida.
Le parece magnífico que el 23 de abril, además de la festividad de San Jorge, se celebre
el día del libro.
Es un buen momento para adentrarse en la extraordinario aventura
de leer.
¡Ánimo!
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cuevadelcoco 23 de abril de 2010,
día del libro
23 de abril, San Jorge... y las rosas...
El Coco, felicita a todos los Jorges, y quisiera porder regalar miles y miles de rosas a cuantos celebran este día.
Así, que, lo hace a través de esta imagen, plena de rojas rosas tempranas.
¡Felicidades!
Así, que, lo hace a través de esta imagen, plena de rojas rosas tempranas.
¡Felicidades!
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
Despliegue de color, despliegue de movimiento,
con una técnica inigualable y personalísima.
Es una obra "creíble", y este hecho tadavía la hace más
valiosa y atractiva.
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
Un fondo de paisaje, muy dinámico, contiene,
en segundo plano, la lucha del héroe Jorge
con el dragón, mientras la atención se centra
en la actitud aterrorizada de la princesa.
Quien, por cierto, es una buena muestra de
las figuras femeninas de Tintoretto, robustas
y con propociones bastante varoniles.
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
"San Jorge y el dragón", de Vittorio Carpaccio.
La obra de Carpaccio, casi es más un pretexto para mostrar sus habilidades
como paisajista, que para honrar la figura de San Jorge.
Con todo, su lectura, de derecha a izquierda, convierte esta pintura en un caso atípico.
Por supuesto, el héroe salvador, viste armadura de la época en que fue relizado el cuadro.
Lo mismo sucede con la vestimenta de la princesa.
El dragón es un híbrido entre animal canino y las imágenes estereotipadas de
los dragones.
El fondo de paisaje, con ciudad íncluída, la verdad, es una maravilla.
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
Exquisita pintura del mestro Rafael,
aun cuando se refiere a una historia cruenta.
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23 de abril de 2010,
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
"San Jorge", de Donatello.
Una escultura de bulto redondo, que muestra a San Jorge en reposo,
con los rasgos típicos que el escultor confería a sus imágenes varoniles.
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San Jorge
23 de abril, San Jorge...
"San Jorge y el Dragón", de Paolo Uccello.
Una representación de la leyenda de San Jorge, supuesto soldado romano, que luego sería mártir.
Esta pintura tiene un carácter un tanto naïf, acaso
por su ingenuísmo.
Con todo, es una excelente obra, digna de ser admirada.
La acción aparece contenida, resultando un cuadro estático,
salvo por la postura del caballo.
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23 de abril de 2010,
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San Jorge
jueves, 22 de abril de 2010
Adiós a José Antonio Samaranch...
A los ochenta y nueve años, su generoso corazón ha dejado de luchar...
José Antonio Samaranch, Presidente del Comité Olímpico Internacional durante tantos años...
Sabedor de que el deporte es uno de los medios de unir a los pueblos para lograr que convivan en paz, se volvó en su tarea, y sacó al COI de su penosa situación económica...
Para hacer realidad muchos sueños...
Este hombre, con una meta clara y transparente en su vida, ya no está con nosotros...
Siempre será recordado...
Descanse en paz, halle un merecido reposo y sirva de ejemplo para muchos, para todos...
Así sea...
José Antonio Samaranch, Presidente del Comité Olímpico Internacional durante tantos años...
Sabedor de que el deporte es uno de los medios de unir a los pueblos para lograr que convivan en paz, se volvó en su tarea, y sacó al COI de su penosa situación económica...
Para hacer realidad muchos sueños...
Este hombre, con una meta clara y transparente en su vida, ya no está con nosotros...
Siempre será recordado...
Descanse en paz, halle un merecido reposo y sirva de ejemplo para muchos, para todos...
Así sea...
lunes, 19 de abril de 2010
...tiempos difíciles...
Es descorazonador ver cómo este país, nuestro país, por mucho que el ejecutivo aplique todos los paños calientes a su alcance, sigue rodando por la pendiente, y no hay ni un atisbo de que la bola llegue a terreno llano...
Un gobierno que no funciona, que no gestiona, inmovilista, indeciso, falto de empuje, de ideas y de valor, junto a una oposición, que, más o menos, está pintada de los mismos colores...
¿Quién nos sacará de la crisis...? ¿Quién será suficientemente enérgico, valeroso, y sobre todo, conocedor de cuáles son los muros que hay que apuntalar, para que el edificio estatal no se derrumbe...?
No lo sé...
Y me duele decir esto, que no lo sé...
El Sr. Rodríguez Zapatero vive, se levanta, y torna al lecho con la idea de que si EEUU se recupera, España también.
Aunque EEUU salga a flote, este país seguirá naufragando...
Y así continuará, a menos que un milagro lo ponga derecho. Y los milagros, cada vez son más escasos, y más difíciles de probar...
¿Dónde está el héroe salvador...?
Quizá no queden héroes, sino villanos, y de medio pelo...
Mientras, vamos camino de los SEIS MILLONES DE PARADOS, un horror...
En junio, D. José Luis, termina su turno de presidente de la Comunidad Ecnómica...
Que, por cierto, bien hartos que están de él...
Quien no es capaz de sacar adelante su casa, cómo va a hacerlo con la ajena...
Pero ahí está, galleando, hinchando el pecho, sonriendo estereotipadamente, y dejando correr los días, tomado medidas que son un error, un craso error, y hundiendo cada vez más a quienes son el verdadero sustento del país, la pequeña y mediana empresa...
Las arcas del Estado crían telarañas...
Y pronto, muy pronto, no vamos a ser capaces de afrontar ningún pago, ni en el interior ni en el exterior...
No vayamos luego a mendigar por los caminos de Europa, que nos van a dar con la puerta en las narices...
Así estamos, y así seguimos...
Sólo queda esperar un milagro, ese milagro que ya tarda...
Claro, que en un país aconfesional...
Un gobierno que no funciona, que no gestiona, inmovilista, indeciso, falto de empuje, de ideas y de valor, junto a una oposición, que, más o menos, está pintada de los mismos colores...
¿Quién nos sacará de la crisis...? ¿Quién será suficientemente enérgico, valeroso, y sobre todo, conocedor de cuáles son los muros que hay que apuntalar, para que el edificio estatal no se derrumbe...?
No lo sé...
Y me duele decir esto, que no lo sé...
El Sr. Rodríguez Zapatero vive, se levanta, y torna al lecho con la idea de que si EEUU se recupera, España también.
Aunque EEUU salga a flote, este país seguirá naufragando...
Y así continuará, a menos que un milagro lo ponga derecho. Y los milagros, cada vez son más escasos, y más difíciles de probar...
¿Dónde está el héroe salvador...?
Quizá no queden héroes, sino villanos, y de medio pelo...
Mientras, vamos camino de los SEIS MILLONES DE PARADOS, un horror...
En junio, D. José Luis, termina su turno de presidente de la Comunidad Ecnómica...
Que, por cierto, bien hartos que están de él...
Quien no es capaz de sacar adelante su casa, cómo va a hacerlo con la ajena...
Pero ahí está, galleando, hinchando el pecho, sonriendo estereotipadamente, y dejando correr los días, tomado medidas que son un error, un craso error, y hundiendo cada vez más a quienes son el verdadero sustento del país, la pequeña y mediana empresa...
Las arcas del Estado crían telarañas...
Y pronto, muy pronto, no vamos a ser capaces de afrontar ningún pago, ni en el interior ni en el exterior...
No vayamos luego a mendigar por los caminos de Europa, que nos van a dar con la puerta en las narices...
Así estamos, y así seguimos...
Sólo queda esperar un milagro, ese milagro que ya tarda...
Claro, que en un país aconfesional...
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...este país... 19 de abril de 2010,
cuevadel coco
Poesía...cada día.
He recogido la esencia del otoño,
la fina lluvia,
y el color dorado.
Y el sol, tierno
como un pecho tibio,
y el olvido,
el primer llanto,
y la soledad primera.
Hasta que me llegue
lo que temo tanto:
Esa helada mañana
de mi desagrado.
(Poema de el Filósofo; fotografía, lasfotosdelcoco)
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19 de abril de 2010. poesía,
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Poesía...cada día.
Poesía...cada día.
OTOÑO
Tengo dentro de mí todo el otoño.
Todo dentro de mí es transparente y frío.
Me siento triste, mas no desolado,
lleno estoy de humildad y de bondad.
Si a veces me arrebato sólo es
cuando estoy desprendiéndome de mi
y acude a mi el pensamiento triste y sencillo
de que arrebatarse no es una necesidad primordial.
La necesidad primordial es llegar
a verse uno mismo en la otoñal desnudez
y ver el mundo de las luchas y de los conmociones,
cuando todo en el mundo y en uno es transparente.
La clarividencia es hija del silencio.
No asusta si el arrebato es sin ruido.
Evitad tranquilamente todo ruido.
Hemos de obras en nombre de las hojas nuevas.
Algo me ha sucedido, al parecer.
Sólo me fío del silencio
con el qe van las hojas, una a un, cubriéndose
y convirtiéndose en tierra silenciosamente.
Y todo lo veo desde una cierta altura
cuando las hojas se desprenden a su tiempo,
cuando impasiblemente el otoño interior
en la frente me pone sus dedos ligeros.
(Poema de Evgueni Evtuchenko; fotografía, lasfotosdelcoco).
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domingo, 18 de abril de 2010
sábado, 17 de abril de 2010
viernes, 16 de abril de 2010
De libros...
"El puente de Alcántara"
Frank Baer
...en verdad un libro apasionante...
...una magnífica novela...
...la convivencia de tres culturas: cristiana, árabe y hebrea...
...con sus conflictos, odios y rencores...
...lo cierto es que lo leí sin parar durante unos días, o mejor, unas noches, porque lo único que deseaba era sumergirme en esta historia, dura a veces, tierna otras, cruda, sangrienta, refinada, poética incluso...
...de toda la historia, lo que mejor recuerdo, son las conclusiones a las que llega el médico judío, ya en sus últimos días: "... al final, lo único importante, lo único valioso, es haber dejado una huella de bondad entre aquellos con quienes hemos convivido..."
...al final...
...si todo el mundo lo entendiera así...
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De libros... 16 de abril de 2010
El gato ciego...(Una pequeña historia de "el Filósofo").
Días antes de la Semana Santa, el Filósofo, amigo del Coco, salió a pasear por los alrededores de su casa, situada, como ya sabemos, cerca de un pueblo, pero, dado que no es demasiado sociable, a prudencial distancia...
Y, sumido en sus pensamientos, creyó escuchar algo así como un maullido...
Al principio, no hizo mucho caso, pero, cuando el maullido se distinguió claramente de todos los sonidos de la campiña, presto más atención, y guiándose por él, llegó hasta una explanada, próxima al río, donde vio a un gatito, que, desorientado y tembloroso, avanzaba y retrocedía, tropezando y cayendo continuamente.
El Filósofo, se aproximó, y extendió la mano para acariciarlo...
En vez de huir, le lamió la mano con su lengüecilla sonrosada, y no demostró ningún temor.
Entonces, el Filósofo lo cogió como se cogen los gatos, y lo acomodó entre sus brazos.
Tenía los párpados pegados.
Lo llevó a su casa y trató de lavarle los ojos con agua tibia, hasta que se desprendió la costra legañosa que los cubría.
Los ojos del cachorro, no tenían vida. Eran dos manchas oscuras, inexpresivas...
Le ofreció comida en un plato, y leche fresca en un recipiente. El gatito comió y bebió hasta saciarse. Luego, continuó maullando, como si pidiera afecto, hasta que el Filósofo lo colocó en una toalla doblada, sobre sus rodillas, y allí, se quedó dormido, entre ronroneos.
Con el paso de los días, el cachorro ha ido creciendo, y, aunque ciego, se sirve del oído y del olfato para moverse por la casa. Cuando entra el sol por la ventana de la biblioteca, se coloca en el cálido recuadro, y se hce un ovillo sobre la tarima.
Por las noches, duerme a los pies de la cama del Filósofo. Es un gato limpio, que ya sabe dónde está la caja de arena, la comida y el agua.
A veces, se queda frente al Filósofo, y éste lo llama, y acude enseguida.
Ávido de cariño, le gusta sentirse acariciado...
Los perros del Filósofo le permiten acomodarse entre sus patas delanteras, mientras lo lamen. Son dos perros muy inteligentes, y saben que el nuevo compañero no es como los demás gatos.
El Filósofo quiere llevarlo un día a la cueva de su amigo el Coco.
Y el Coco seguro que le ofrecerá un tazón de leche endulzada con miel y un plato con
comida especial...
No puede evitar el Filósofo un cierto sentimiento de tristeza...
Ahora, un gato, un cachorro todavía, ciego e indefenso, necesita de él...
Y, sumido en sus pensamientos, creyó escuchar algo así como un maullido...
Al principio, no hizo mucho caso, pero, cuando el maullido se distinguió claramente de todos los sonidos de la campiña, presto más atención, y guiándose por él, llegó hasta una explanada, próxima al río, donde vio a un gatito, que, desorientado y tembloroso, avanzaba y retrocedía, tropezando y cayendo continuamente.
El Filósofo, se aproximó, y extendió la mano para acariciarlo...
En vez de huir, le lamió la mano con su lengüecilla sonrosada, y no demostró ningún temor.
Entonces, el Filósofo lo cogió como se cogen los gatos, y lo acomodó entre sus brazos.
Tenía los párpados pegados.
Lo llevó a su casa y trató de lavarle los ojos con agua tibia, hasta que se desprendió la costra legañosa que los cubría.
Los ojos del cachorro, no tenían vida. Eran dos manchas oscuras, inexpresivas...
Le ofreció comida en un plato, y leche fresca en un recipiente. El gatito comió y bebió hasta saciarse. Luego, continuó maullando, como si pidiera afecto, hasta que el Filósofo lo colocó en una toalla doblada, sobre sus rodillas, y allí, se quedó dormido, entre ronroneos.
Con el paso de los días, el cachorro ha ido creciendo, y, aunque ciego, se sirve del oído y del olfato para moverse por la casa. Cuando entra el sol por la ventana de la biblioteca, se coloca en el cálido recuadro, y se hce un ovillo sobre la tarima.
Por las noches, duerme a los pies de la cama del Filósofo. Es un gato limpio, que ya sabe dónde está la caja de arena, la comida y el agua.
A veces, se queda frente al Filósofo, y éste lo llama, y acude enseguida.
Ávido de cariño, le gusta sentirse acariciado...
Los perros del Filósofo le permiten acomodarse entre sus patas delanteras, mientras lo lamen. Son dos perros muy inteligentes, y saben que el nuevo compañero no es como los demás gatos.
El Filósofo quiere llevarlo un día a la cueva de su amigo el Coco.
Y el Coco seguro que le ofrecerá un tazón de leche endulzada con miel y un plato con
comida especial...
No puede evitar el Filósofo un cierto sentimiento de tristeza...
Ahora, un gato, un cachorro todavía, ciego e indefenso, necesita de él...
lunes, 12 de abril de 2010
jueves, 8 de abril de 2010
miércoles, 7 de abril de 2010
El Caminante...
Apareció el Domingo de Ramos, cuando el Coco, sentado en la entrada de su cueva, se complacía en dejarse acariciar por el sol de la mañana.
Lo vio avanzar por el sendero, con su bastón de montaña, la voluminosa mochila a la espalda, el sombrero de ala caída y su inseparable cámara y sus prismáticos en una bolsa de hombro.
Conforme se fue acercando, el Coco reparó en las fuertes botas del Caminante, hechas para soportar kilómetros y kilómetros de andadura. Gruesa piel y gruesa suela.
Llegó por fin a las cercanías de la cueva y saludó agitando el sombrero.
El Coco, respondió a su saludo y se adelantó a recibir a su amigo.
Tras las efusiones de rigor, entraron en la cueva, y el Caminante se acomodó en un mullido sillón, frente al Coco, y lo contempló en silencio. Reparó en los nuevos habitantes..., sonrió.
El Coco, le sirvió un almuerzo para que recuperara fuerzas, y esperó.
-Sabía que vendrías hoy, como siempre haces..., dijo el Coco.
-No podía faltar, respondió el Caminante.
-Me alegro de tenerte aquí...
Sonrió de nuevo el Caminante, pero no dijo nada...
Luego, dieron un paseo por los alrededores, hasta el recóndito manantial, entre las rocas.
Saboreó el Caminante el agua fresca y purísima.
Se sentaron en una roca plana, desde la que se divisaba el valle, en la lejanía, y observaron el vuelo del milano.
Transcurrió el día con calma, y esa noche, ya envueltos por el silencio nocturno, hablaron durante horas.
- Un año más, dijo el Caminante, y su voz era como un suspiro.
-Un año más, convino el Coco.
- ¿Recuerdas que, hace unos años, conversamos sobre el eterno retorno...?, comentó el Caminante.
- Entonces, estabas muy seguro de querer volver..., repuso el Coco...
-Ahora, ya no lo sé... (El Caminante, sacó un pañuelo del bolsillo y comenzó a frotar con él los cristales de sus gafas.) Ya no estoy tan seguro... He visto demasiadas cosas, he recorrido el mundo, he convivido con gentes de lugares remotos... Y con gentes cercanas... Pero sigo pensando que el hombre me decepciona... Y yo soy un ser humano también...
-¿Ya no piensas en volver...?, preguntó el Coco.
- Cada día que pasa, estoy más cansado... Sólo la soledad, la libertad de los caminos, las ciudades que aún amo, las montañas, el arte, la música, los libros..., me siguen complaciendo... Ni siquiera pienso en el amor... Aquella imagen de mujer se ha perdido en las profundidades de mi memoria... Me queda todavía un largo tiempo de peregrinación... Tengo que cumplirlo... Pero cuando ya sea liberado, acaso desee fundirme con la nada, o con el universo entero... Ser parte de una estrella, o, acaso, recorrer los espacios infinitos en paz... O, ni siquiera eso, sino perder la consciencia, sumirme en un dulce sueño, y desaparecer para siempre...
-...(El Coco, fue a decir algo, pero calló...)
-Tengo sueño..., dijo el Caminante.
El Coco lo condujo hasta una cómoda oquedad, cálida y seca, y le indicó e lecho que había preparado...
-Que descanses..., le deseó el Coco.
El Caminante, sonrió, mientras inclinaba la cabeza sobre sus cosas.
Y el Coco, salió a contemplar las estrellas...
Sabía que el Caminante sólo estaría un breve tiempo con él. Y tendría que aprovecharlo, gozar de su compañía, porque, al final, su amigo comenzaría a contemplar la lejanía... Y una mañana, con el
primer sol, descendería por el sendero, se detendría un momento, en el recodo, para saludar con el sombrero, y, finalmente, se perdería en la distancia...
El Caminante, el amigo del Coco, un ser sabio y amable, que no proyectaba sombra alguna, ni aun en los mediodías, y de quien, el Coco, no podía recorda su rostro, una vez había partido...
Pero aún quedaba tiempo por delante...
Aún quedaba tiempo...
Lo vio avanzar por el sendero, con su bastón de montaña, la voluminosa mochila a la espalda, el sombrero de ala caída y su inseparable cámara y sus prismáticos en una bolsa de hombro.
Conforme se fue acercando, el Coco reparó en las fuertes botas del Caminante, hechas para soportar kilómetros y kilómetros de andadura. Gruesa piel y gruesa suela.
Llegó por fin a las cercanías de la cueva y saludó agitando el sombrero.
El Coco, respondió a su saludo y se adelantó a recibir a su amigo.
Tras las efusiones de rigor, entraron en la cueva, y el Caminante se acomodó en un mullido sillón, frente al Coco, y lo contempló en silencio. Reparó en los nuevos habitantes..., sonrió.
El Coco, le sirvió un almuerzo para que recuperara fuerzas, y esperó.
-Sabía que vendrías hoy, como siempre haces..., dijo el Coco.
-No podía faltar, respondió el Caminante.
-Me alegro de tenerte aquí...
Sonrió de nuevo el Caminante, pero no dijo nada...
Luego, dieron un paseo por los alrededores, hasta el recóndito manantial, entre las rocas.
Saboreó el Caminante el agua fresca y purísima.
Se sentaron en una roca plana, desde la que se divisaba el valle, en la lejanía, y observaron el vuelo del milano.
Transcurrió el día con calma, y esa noche, ya envueltos por el silencio nocturno, hablaron durante horas.
- Un año más, dijo el Caminante, y su voz era como un suspiro.
-Un año más, convino el Coco.
- ¿Recuerdas que, hace unos años, conversamos sobre el eterno retorno...?, comentó el Caminante.
- Entonces, estabas muy seguro de querer volver..., repuso el Coco...
-Ahora, ya no lo sé... (El Caminante, sacó un pañuelo del bolsillo y comenzó a frotar con él los cristales de sus gafas.) Ya no estoy tan seguro... He visto demasiadas cosas, he recorrido el mundo, he convivido con gentes de lugares remotos... Y con gentes cercanas... Pero sigo pensando que el hombre me decepciona... Y yo soy un ser humano también...
-¿Ya no piensas en volver...?, preguntó el Coco.
- Cada día que pasa, estoy más cansado... Sólo la soledad, la libertad de los caminos, las ciudades que aún amo, las montañas, el arte, la música, los libros..., me siguen complaciendo... Ni siquiera pienso en el amor... Aquella imagen de mujer se ha perdido en las profundidades de mi memoria... Me queda todavía un largo tiempo de peregrinación... Tengo que cumplirlo... Pero cuando ya sea liberado, acaso desee fundirme con la nada, o con el universo entero... Ser parte de una estrella, o, acaso, recorrer los espacios infinitos en paz... O, ni siquiera eso, sino perder la consciencia, sumirme en un dulce sueño, y desaparecer para siempre...
-...(El Coco, fue a decir algo, pero calló...)
-Tengo sueño..., dijo el Caminante.
El Coco lo condujo hasta una cómoda oquedad, cálida y seca, y le indicó e lecho que había preparado...
-Que descanses..., le deseó el Coco.
El Caminante, sonrió, mientras inclinaba la cabeza sobre sus cosas.
Y el Coco, salió a contemplar las estrellas...
Sabía que el Caminante sólo estaría un breve tiempo con él. Y tendría que aprovecharlo, gozar de su compañía, porque, al final, su amigo comenzaría a contemplar la lejanía... Y una mañana, con el
primer sol, descendería por el sendero, se detendría un momento, en el recodo, para saludar con el sombrero, y, finalmente, se perdería en la distancia...
El Caminante, el amigo del Coco, un ser sabio y amable, que no proyectaba sombra alguna, ni aun en los mediodías, y de quien, el Coco, no podía recorda su rostro, una vez había partido...
Pero aún quedaba tiempo por delante...
Aún quedaba tiempo...
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7 de abril de 2010,
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domingo, 4 de abril de 2010
viernes, 2 de abril de 2010
La Pasión en el Arte.
"Entierro de Cristo", Caravaggio.
El maestro de la luces y las sombras, desarrolla en esta obra, con un realismo aparentemente crudo, pero dulcificado por la atmósfera que envuelve la escena, el doloroso momento en el que Cristo es depositado en la sepultura cedida por José de Arimatea, ungido y amortajado.
La tragedia vivida por su Madre y sus discípulos, ha llegado a un tiempo de dolorosa resignación,
de triste conformidad, e incluso de cierta desesperanza...
Pero poco falta para el Gran Día...
Caravaggio, dramatiza lo justo, no pretende caer en grandilocuencia alguna...
Y, siempre fiel a su característico estilo, que tanto ha influído en la pintura de todos los tiempos...
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viernes santo de 2010
La Pasión en el Arte.
Sin que haya ninguna duda, esta obra de Grünewald es la máxima representación del arte religioso de todos los tiempos. Los expresionistas, consideraron a su autor como su antecesor en la nueva tendencia, a la que se adhirieron pintores de la talla de Edward Munch, James Ensor,
Georges Rouault, Paul Klee, Oskar Kokoschka, Otto Dix o George Grosz...
Si hubiera que salvar cinco obras de arte, esta sería la primera, sin discusión posible...
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viernes santo de 2010
La Pasión en el Arte.
"El Descendimiento", de Rogier van der Weyden.
Es, quizá, la obra más dramática que jamás se haya pintado, sobre el sobrecogedor momento en que Cristo es bajado de la Cruz, para descansar, por fin, en su sepultura. Los artistas de todos los tiempos, han recogido esta escena, con mayor despliegue técnico, con más perfección, acaso, pero nunca con tanta intensidad...
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jueves, 1 de abril de 2010
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