Está triste porque ha muerto un escritor que admiraba y que sigue admirando.
Cuando perdemos un escritor, dice el Coco, el mundo se oscurece, porque ya no escribirá más páginas brillantes, porque un creador ha dejado de trabajar.
El Filósofo, amigo del Coco, también lo ha sentido.
La obra de Solzhenitsin lo acompañó en sus años jóvenes, la leyó con apasionamiento y se identificó con sus personajes.
El Coco y el Filósofo, en esta mañana de agosto, a la sombra de un árbol, meditan en silencio.
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