Anclado en este puerto solitario,
-las gaviotas se fueron hace tiempo-,
dejo pasar las horas. Cada tarde
retornan los recuerdos fugitivos
y ocupan los lugares más oscuros,
hasta salir volando con el alba.
Este puerto imposible, soñoliento,
que ve pasar las velas extendidas
de quienes todavía buscan islas
lejanas y sin nombre, ya no espera
nada más que el olvido. La nostalgia,
con sus velos de niebla, que me ocultan
los soleados días de mi infancia,
ha silenciado el canto de las olas.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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