jueves, 31 de marzo de 2022

Don Quijote y yo.

 





"Don Quijote y Sancho".

Ilustración de Gustavo Dore.


En una de las estanterías, estaba "el Quijote",

o sea, "La historia del ingenioso hidalgo

Don Quijote de la Mancha",

de Miguel de Cervantes.

Pero esto, que era de Cervantes, ya lo saben todos.

Todos..?

Quizá los de mi generación lo sepamos, 

pero los chicos de hoy, 

la verdad es que lo dudo.

Decía que estaba en las estanterías del pasillo.

Un libro grande y grueso, encuadernado en piel,

y con huellas del paso del tiempo.

Si, allí estaba, esperando.

Yo, en una tarde solitaria de octubre,

no me atrevía a sacarlo de allí.

Diez años, once en enero.

Sería para partirse de risa,

 como afirmaba el padre escolapio,

que intentaba transmitirnos una buena  ración,

día a día y paso a paso,

de útiles enseñanzas y otras cosas que lo eran menos,

con el fin de superar el examen de Ingreso en el Bachillerato.

Prueba que se realizaría a principios de junio.

O sea, que Cervantes escribió un libro de humor...

Hoy, ya no lo veo así.

Es una historia amarga, llena de incomprensión,

y saturada de soledad.

D. Quijote se mueve entre personajes

de las más variadas condiciones y estamentos sociales.

Todos se burlan de él.

Que continúa su andadura, impasible,

conmovido sólo por las constantes injusticias que contempla,

y que se le van presentando a lo largo de sus aventuras.

Su ideal, y más vale tener uno que ninguno, 

aunque sea causa de sus muchas contrariedades,

lo eleva por encima de sus semejantes.

Que no creen en nada...

Y si creen en algo, ese algo está reseco,

 apergaminado, gastado y sucio.

Todos los impulsos del hidalgo,

son una ofrenda a su dama.

Cervantes, D. Miguel, acaso sin ser consciente de ello,

escribió una historia de amor.

Que termina mal, muy mal.

Don Quijote, a pesar de los pesares,

es el único que se salva, 

porque sólo él evoluciona,

y llega a ser consciente de su propia identidad.

apunto de cruzar a la otra orilla,

reconoce que es y se llama Alonso Quijano.

Un día estuvo cuerdo, 

luego, perdió la razón,

y, por fin, tras muchas desventuras,

vuelve a ser él msmo.

Los demás, incluído Sancho, 

seguirán atados a la rutina, a la monotonía,

al gris estado en el que todos los días son iguales.









(Archivo: cueva del coco).








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