Todavía no hay diferencia.
Amanece tarde. Oscurece deprisa.
Algunas mañanas
me levanto temprano.
Y recorro las calles,
esas más familiares y cercanas.
Al volver,
asoma ya la claror del nuevo día.
Una jovencita pasea a su perro.
Va suelto.
Se me acerca y le digo algo amable.
Los perros saben distinguir el tono de voz.
Luego, corre hacia su dueña.
Las farolas continúan encendidas,
y el frío es intenso.
Cómo será esta jornada...?
Ya no me lo pregunto.
Seguramente, igual que la de ayer.
Quizá llueva.
Los autobuses van y vienen.
Llego hasta el puente.
Algunos ciclistas, muy pocos,
se deslizan por su carril.
Pero aún es pronto.
Todavía nos queda
un largo camino hacia la luz.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).
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