Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando,
cómo se pasa la vida,
cómo se llega la muerte
tan callando...
(Fragmento de "Coplas a la muerte de su padre").
(Archivo: cuevadelcoco).
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando,
cómo se pasa la vida,
cómo se llega la muerte
tan callando...
(Fragmento de "Coplas a la muerte de su padre").
(Archivo: cuevadelcoco).
Las calles, solitarias. Amanece.
Y cómo habrá de ser el nuevo día...?
Qué llenará de sombras la jornada,
bajo el sol engañoso del invierno...?
Dicen que nevará. Por los caminos
sólo transita el viento. Las desnudas
siluetas de los árboles cansados.
Apenas un atisbo de esperanza.
Por qué han enmudecido las campanas...?
Cabellos con aroma de pan tierno
vuelven a mi memoria en la mañana.
Se derrama la miel de tu recuerdo
limando las aristas que la noche
coloca ante mis pies. Estás muy lejos.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).
"Diógenes el Cínico".
José de Ribera.
Diógenes no dejó nada escrito.
Sus enseñanzas fueron recogidas y propagadas
por sus seguidores.
Y de esta forma, nace la leyenda.
Pudo ser verdad, o pudo no serlo.
La eterna duda que consumía el pensamiento de Hamlet,
"ser o no ser".
Duda, que, nos sigue torturando a todos.
Pero vuelvo a la historia que pretendía contar.
Diógenes, con un candil, una vela o una antorcha,
apareció cierto día entre la gente.
Todos se reían de él.
"Qué buscas, Diógenes...?"
"Busco un hombre honesto...!"
Todos callaron.
(Archivo: cuevadelcoco).
Se fueron encendiendo una tras otra...
Los cuatro últimos domingos anteriores a la Navidad...
Que comienza a quedar lejos...
Día de Reyes en el Monasterio.
Recuerdo de una grata mañana,
especialmente intensa,
que llevo conmigo...
Mi regalo de Reyes...!
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).
Hoy, que me siento algo iconoclasta e irrespetuoso,
voy a dejar aquí algunas imágenes de Lisa Gherardini,
esposa de Francesco Giocondo, conocida como la Gioconda,
o la Joconda para los franceses, y a quien nosotros,
llamamos sencillamente Mona Lisa.
Y, de momento, ya es suficiente...
(Archivo: lacuevadelcoco).
Todavía no hay diferencia.
Amanece tarde. Oscurece deprisa.
Algunas mañanas
me levanto temprano.
Y recorro las calles,
esas más familiares y cercanas.
Al volver,
asoma ya la claror del nuevo día.
Una jovencita pasea a su perro.
Va suelto.
Se me acerca y le digo algo amable.
Los perros saben distinguir el tono de voz.
Luego, corre hacia su dueña.
Las farolas continúan encendidas,
y el frío es intenso.
Cómo será esta jornada...?
Ya no me lo pregunto.
Seguramente, igual que la de ayer.
Quizá llueva.
Los autobuses van y vienen.
Llego hasta el puente.
Algunos ciclistas, muy pocos,
se deslizan por su carril.
Pero aún es pronto.
Todavía nos queda
un largo camino hacia la luz.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).
Como un ave que cruza presurosa,
y que apenas conseguimos mantener en la memoria,
la Navidad se va.
Extraña Navidad la de este año.
Las nubes oscuras de la pandemia
siguen oscureciendo el horizonte.
Despertamos cada mañana como si nada hubiera pasado.
Pero, inmediatamente, la realidad se impone.
Desconcierto, inoperancia, división y falta de disciplina.
Previsiones demasiado optimistas,
que, como tiene que suceder,
no llegan a cumplirse.
La Navidad se va.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).