Esta luz corrosiva del estío
que deslumbra mis sueños cada noche,
me lleva a recorrer los laberintos
de una ciudad cambiante y caprichosa.
Y salgo a las afueras, sólo el campo
permanece en su sitio. Viejas casas
junto a la carretera, dan cobijo
a sombras fantasmales que se ocultan
entre las telarañas polvorientas.
No hay rumbo en la ciudad que a ti me lleve.
Y he perdido la cuenta de los días.
La hierba amarillea. Llegan vientos,
que desatan tormentas sudorosas.
Hoy en mi corazón muere un recuerdo.
(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración: Mateo Lahoz).
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