Los primeros versos,
los primeros, auténticos,
profundos y sentidos versos...
Cuándo comenzaron...?
O, mejor, dónde fue su inicio...?
Ha pasado tanto tiempo,
que sólo recuerdo una tarde de otoño.
Y un cuaderno que me compró mi madre.
Ella sabía que me gustaban los cuadernos,
no esos, de espiral metálica,
sino los otros,
sujetos por grapas en el lomo,
o cosidos,
como si se tratara de encuadernaciones,
de esas, hechas con paciencia y esmero.
Había una librería dónde aún,
de puro milagro,
los tenían a la venta.
Y mi madre,
siempre me ponía alguno en Las manos.
Apaisados, derechos,
gruesos y delgados.
Y algunos, verticales,
estrechos,
como la mitad de uno normal.
Yo escribía.
Ahora en ése,
luego en aquél.
Escribía sobre cosas.
Sobre lo que veía y contemplaba.
Mi madre,
también me traía alguna revista de arte.
Y yo,
comentaba los cuadros
que más me gustaban.
Tenían que producirme una secreta emoción,
algo así como cierta conmoción interna,
semejante a un escalofrío placentero.
Si no,
no escribía nada.
Y, sí, una tarde de otoño,
los primeros versos.
A los que siguieron muchos más.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlookcuevadelcoco).