Nunca te dije adiós, porque no existen
palabras que mitiguen despedidas.
El primer sol de invierno acariciaba
tus cabellos dormidos todavía.
Silencioso solsticio. Desolada
mañana, tras las horas convertidas
en magico cristal incandescente.
Nada pude decir. Las avenidas
cubiertas por la nieve, me esperaban
con sus falsos destellos. Yo sentía
nostalgia de irritantes primaveras.
y ocasos entre frondas perfumadas
por céfiros amables. Lejanía.
Y ese amargo sabor de toda ausencia.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
palabras que mitiguen despedidas.
El primer sol de invierno acariciaba
tus cabellos dormidos todavía.
Silencioso solsticio. Desolada
mañana, tras las horas convertidas
en magico cristal incandescente.
Nada pude decir. Las avenidas
cubiertas por la nieve, me esperaban
con sus falsos destellos. Yo sentía
nostalgia de irritantes primaveras.
y ocasos entre frondas perfumadas
por céfiros amables. Lejanía.
Y ese amargo sabor de toda ausencia.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
No hay comentarios:
Publicar un comentario