Ya está visto y comprobado
que la política no es una ciencia exacta.
Y los sondeos y previsiones,
y otras historias parecidas,
pertenecen más a las aventuras de Alí-Babá
o a los cuentos de Andersen,
que a la pura y simple realidad.
Porque los resultados electorales de Andalucía,
nos han dejado con la boca abierta.
Ni a favor ni en contra.
Sólo perplejos y un tanto confundidos.
Como lo están quienes han recibido,
de golpe y porrazo,
un jarro de agua fría, demasiado fría.
Hoy, visiblemente escocidos,
proclaman que lucharán con uñas y dientes,
para impedir que los recién llegados
extiendan, amplíen y superen su influencia.
Pero, cabe decirse o preguntarse
por qué no lo han hecho antes.
Por qué la mitad de la ciudadanía andaluza,
con total derecho a voto,
se ha quedado en casa, pasando de todo.
Por qué proclaman ahora
que impedirán que suceda lo que tanto temen:
Dejar de ser inquilinos
del palacio de San Telmo.
Lo hecho, hecho está.
Pues claro que escuece...!
La política es un suceso aleatorio.
Cómo la lotería.
No lo han tenido en cuenta,
y ahora llega el tiempo de dar zarpazos al aire,
de aullarle al viento,
y de intentar asustar a sus votantes perdidos,
con la cantinela, más bien la monodia,
de que los nuevos constituyen un peligro.
Y que hay que frenarlos!
No le ha tocado la lotería al partido gobernante.
Tal vez convenga recordar
la famosa frase de George Bernard Shaw:
"A los políticos y a los pañales,
hay que cambiarlos muy a menudo,
y por la misma razón...!"
(Archivo: cuevadelcoco).
No hay comentarios:
Publicar un comentario