Todo tu amor cabía en una copa,
y apenas si llegaba a la mitad...
Puedo llamarlo amor. No sé qué era.
Pero le puse un nombre a tu vacío.
Jamás pude acercarme a tu recinto,
altivos muros, roca congelada.
Y mis manos sangrantes persistían
en acercarme a ti y a tu misterio.
Fueron tantas las noches...! Tu rechazo
cubrió de secas zarzas nuestro lecho.
La copa de tu amor, cristal tan frágil,
capricho de un sonámbulo vidriero,
un dia se quebró. Ya no hubo nada.
Ni un gesto de doliente despedida.
(Archivo: cuevadelcoco).
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