El cronófago implacable,
que jamás se sacia,
no ha sido bondadoso contigo...
Cuando paso junto a ti,
alguna mañana en la que cambio de ruta urbana,
te contemplo y te sonrío,
de forma tímida,
pues la gente es cruel...
Y siempre descubro
algún nuevo arañazo,
alguna nueva pérdida
que, lenta,
pero incesantemente,
van menguando
tu rostro de jovencita pelirroja...
¿O...ya no eres tan jovencita...?
Me detengo un momento,
pretextando buscar algo en mi cartera,
sólo por estar un poco más,
sólo un poco,
cerca de ti...
Y con la mirada,
te digo, tímidamente:
¿Te vienes conmigo...?
Tomándote de la mano,
te llevaría a esa cafetería familiar,
donde me sirven "lo de siempre..."
Un vaso de leche caliente,
con colacao,
y una caracola,
adornada con pasas...
El café no me gusta...
Claro, que si tú quisieras,
no tengo inconveniente...
Tu respuesta no llega...
Sigues ahí,
absorta,
siempre soñando...
Tal vez con doradas playas,
donde el grato sol,
acariciara tu dulce piel,
ahora estremecida
por los fríos de las noches de enero...
Y yo, sigo mi camino,
no sin antes contemplarte,
una vez más...,
por si has cambiado de opinión
y me acompañas...
Pero no...
Sigo mi camino,
solo,
y algo triste...
Sobre la ciudad,
me parece escuchar,
una lejana,
melancólica,
balada triste de trompeta...
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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