viernes, 31 de agosto de 2012
Querida abuela...
Querida abuela...
No podía faltar, ni dejar de estar unos momentos contigo, en ese día que nunca olvido,
y que, si vivieras entre nosotros, habrías alcanzado los 120 años...
¡Ay, si vivieras...!
Serías una viejecita arrugada, sentada en una butaca, con las manos cruzadas sobre tu falda oscura,
y la mirada perdida en la lejanía del tiempo...
¿Te has fijado en que le falta un ala al ángel de mármol...?
Seguramente, entre un riguroso invierno y un calurosísimo verano, el ala se ha desprendido...
Sigue teniendo en sus manos esa, ya no tan terrible trompeta, que presagia, no un tiempo apocalíptico, sino
una era de paz indefinida...
Abuela, abuelita...
¡Cómo recuerdo tus cabellos grises, tu mirada dulce y cariñosa, tus oportunas caricias, tu consuelo...!
¡Qué lejos está todo...!
Aquí estoy, con la soledad dentro de mi alma, en estos últimos días de agosto...
¿Ya ha pasado un año...?
¿Tan pronto...?
Claro, que, para tí, habrá sido un instante...
Habitas en la eternidad...
¿Cómo es la eternidad, abuelita...?
¡Ojalá pudieras decírmelo...!
Bueno, van pasando los años para mí...
Algún día, también lo sabré...
¡Oh, si supieras cómo ha cambiado nuestra pequeña ciudad...!
¡No la reconocerías...!
Pero..., ¡qué más da...!
Ese cementerio ha cambiado poco...
La avenida, con sus cipreses cada vez más altos, con sus abetos que pugnan por alcanzar las alturas, los
grises y severos panteones...
Allí dejé dos pequeños tiestos, con flores de colores alegres...
¡Un pequeño consuelo...!
Acuérdate de nosotros, los que vamos quedando aquí...
Que ahora, el mundo, y el país en que vivimos, sí que es un valle de lágrimas...
Descansa en paz, sueña en paz, y, si puedes, acude alguna vez a mis sueños, que es el mayor y mejor consuelo que puedo tener...
No te digo adiós, abuelita...
La próxima vez..., será..., ¡quién sabe...!
(Imagen: Cementerio de Jaca. mirarlook/cuevadelcoco).
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