Estamos en crisis, no hace falta insistir sobre ello.
Pero la Unión Europea, con su unidad monetaria, su inexistencia de fronteras, su Parlamento y muchos otros organismos comunes, da una impresión desoladora.
Porque se supone que la crisis habría que resolverla en bloque.
Adoptar una política unitaria.
Pues no ha sido así.
Veintisiete países, veintisiete estrategias.
De esta manera, es imposible salir todos a la vez, levantar todos la cabeza al mismo tiempo.
Existe una falta de coherencia que asusta.
Así, unos verán la luz antes y otros después, desgraciadamente.
Unas medidas comunes anticrisis, un frente anticrisis propio de lo que pretende ser la UE, seguro que ayudaría.
Pero no ha sido así...
Habría que comenzar a plantearse si la Unión Europea comienza a fallar como tal, porque los indicios de desunión, de individualismos protagonizados por sus miembros económicamente más fuertes, son muy evidentes...
Y así no se superará nada igualitariamente, como fuera de desear, sino escalonadamente, y quedando algunos miembros, de eso estoy seguro, en estado de crisis perpetua.
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