He dejado ante la puerta del verano
todo aquello que ya no me sirve.
Un recuerdo roto,
otro, remendado,
y alguno más,
manchado por el óxido del tiempo.
Y varias canciones viejas
que me llenaban el alma
de oscura melancolía.
La puerta del verano...
Un buen lugar
donde desprenderse de todo lo inútil.
Y olvidar, olvidar sin miedo...
Incluso los temores arraigados
desde la lejana infancia.
He dejado más cosas
en la puerta del verano.
No le servirán a nadie...
Y, traspasado el umbral,
me adentro en la luz grata
del primer ocaso.
Quizá el más puro,
el más limpio,
recién estrenado...
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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