Fugaces Navidades de mi infancia,
desgranando esperanzas e ilusiones...
Pero los Reyes Magos se olvidaron
de aquel viejo portal donde vivia...
Tan sólo un gato negro consolaba
las horas solitarias. Fue mi amigo,
lamiéndome las manos con su lengua,
reclamando caricias. Ronroneo
que acompañó mis lágrimas perdidas.
Navidades sin sueños, desengaños,
y al volver al colegio, la rutina
de cuadernos cubiertos de palabras,
de cifras y de signos olvidados.
Y escarcha de rencor cada mañana.
(Archivo: cuevadelcoco.
Ilustración de Mateo Lahoz).
Ilustración de Mateo Lahoz).
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