Varado en esta tarde solitaria,
primaveral crepúsculo dorado,
voy dejando mis huellas en la arena
mientras las aguas bajan lentamente.
En las brisas salinas mueren sueños,
quiméricas gaviotas desterradas
a la costa sin mar del desencanto.
Amargo es el sabor de tu recuerdo
envuelto en viejas telas desvaídas,
nacidas en telares olvidados
de manos laboriosas. Azulejos
reflejan la cadencia del ocaso.
Deshabitando estancias llegan vientos
portadores de pálidas ausencias.
(Archivo: cuevadelcoco).
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