Un día, cualquier día, finales de abril, comienzos de mayo,
al terminar las horas matutinas de colegio, lo primero que hacía
era dejar la cartera con libros y cuadernos
en una de las sillas de la cocina
y salir a la soleada terraza, orientada al sur.
Delicia de buen tiempo...!
Y, entonces, contemplaba el vuelo
de la primera golondrina...
A ella se unían otras, con sus gritos alegres,
cruzando rápidas el profundo y aterciopelado cielo azul...
El abuelo, a mi lado, apoyado en el muro lleno de tiestos,
decía, casi en un susurro:
"Ya han vuelto los falcinos...!"
Su rostro reflejaba el contento de saber
que el buen tiempo había llegado por fin,
dejando atrás las sombras invernales...
Falcinos...
Venido de Levante, así llamaba a las golondrinas...
Por un profesor de griego, años más tarde,
supe que en la mayoría de lenguas,
estas aves migratorias tienen nombres muy bellos...
Quizá se debiera a su mensaje de luz, de sol,
de brisas perfumadas y cálidas...
Estos días, miro al cielo de vez en cuando...
(Archivo: cuevadelcoco).
Y, entonces, contemplaba el vuelo
de la primera golondrina...
A ella se unían otras, con sus gritos alegres,
cruzando rápidas el profundo y aterciopelado cielo azul...
El abuelo, a mi lado, apoyado en el muro lleno de tiestos,
decía, casi en un susurro:
"Ya han vuelto los falcinos...!"
Su rostro reflejaba el contento de saber
que el buen tiempo había llegado por fin,
dejando atrás las sombras invernales...
Falcinos...
Venido de Levante, así llamaba a las golondrinas...
Por un profesor de griego, años más tarde,
supe que en la mayoría de lenguas,
estas aves migratorias tienen nombres muy bellos...
Quizá se debiera a su mensaje de luz, de sol,
de brisas perfumadas y cálidas...
Estos días, miro al cielo de vez en cuando...
(Archivo: cuevadelcoco).
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