Los campos desolados. El invierno
no sabe de horizontes. Mediodías
apenas entrevistos. Ya las sombras
se adueñan de las luces y la tarde
es un velo tupido sobre el llano.
Dónde quisiera estar...! Acaso lejos,
de esta lenta y letal monotonía...
Clepsidra rutinaria, triste arena
que mientras mide el tiempo grano a grano
suspira por los días que se fueron.
Qué puede un caminante solitario,
vagabundo perdido entre las horas...!
Sólo volver a casa. Y que el silencio
lo colme de quietud, noche tras noche.
(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).
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