martes, 18 de diciembre de 2012

Decir adiós...



El Filósofo está triste...
Esta tarde, 
ha vuelto a comenzar una labor
que tenía abandonada...
Pasar los números de teléfono de la vieja agenda,
que se cae a pedazos, a una nueva, 
pero...,
no ha podido hacerlo...
Y es que en la vieja agenda,
hay números de familiares, amigos, amigas,
y de todos con los que mantuvo algún tipo de relación,
aunque fuese sólo el el plano profesional...
Y ya han partido...
Ya no volverá a escuchar sus voces,
ya no volverá a saber de ellos,
de sus pequeñas y grandes cosas,
de sus vivencias,
recuerdos y emociones compartidas...
Y el Filósofo se ha sentido muy triste...
Ha cerrado la vieja agenda, 
y ha salido a dar un paseo...
LLoviznaba esta tarde...
Un paseo con el paraguas,
que también tiene sus años,
pero que es un fiel amigo...
El gato, se ha quedado en su cesto,
cerca del fuego...
Los dos perros lo han seguido,
siempre alegres,
siempre jugando...
Ha cesado la lluvia...
El Filósofo ha mirado al cielo,
ese cielo nocturno,
de nubes oscuras...
En la lejanía, 
las luces del pequeño pueblo,
allá en la llanura...
Ha sentido la tentación,
incluso la necesidad,
de acercarse hasta allí,
callejear un poco,
escuchar alguna voz conocida...
Pero no...
Ya de regreso, 
sentado cerca de la chimenea,
con el gato en las rodillas,
medita ahora 
sobre la fugacidad de la vida...
¿Sólo somos un nombre,
unos apellidos, 
junto a un número de teléfono...?
¿Y cuando ya no somos
ni siquiera eso...?
A veces, la soledad,
 es para él una dura prueba,
sobre todo en invierno...
Y sabe que hay muchas posibilidades
de que esa nueva agenda...,
no se llene nunca...

(Archivo: cueva del coco).

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