El Filósofo recuerda un cuento, leído allá por los dulces años de su niñez.
Trataba de un abeto.
El más bonito del bosque.
Y se sentía muy ufano...
Un día, acudieron unos leñadores, lo talaron y lo llevaron a una casa.
Donde fue adornado con cintas y bolas brillantes.
A sus pies, estaban los regalos de Navidad, enveltos en papeles llamativos...
Pero, pasó la Navidad, y el pobre abeto fue despojad de sus galas, y arrojado a la parte trasera de la casa, donde se secó, y donde fue cortado en pedazos, que alimentaron el fuego de la chimenea...
El Filósofo, ya no medita sobre la fugacidad de las cosas y de las personas.
Sabe de sobras que es inevitable...
En el pueblo de la llanura, no les gustan los árboles de Navdad.
Prefieren el tradiconal "belén", que montan en las casas, y, también en la iglesia...
El Filósofo se ha acercado al pueblo estas navidades...
Y ha sido bien recibido...
Incluso ha llevado una bolsa llena de musgo...
Ha sido su forma de colaborar...
Todos se ha alegrado se su presencia...
Sobre todo, el párroco...
Pero, ya han pasado las fiestas...
Por decisión de los vecinos, el "belén" permanecerá hasta el lunes, día 9.
Para que, mañana domingo, no se note el vacío que deja siempre...
Mañana, el Filósofo visitará al Coco.
Sopla un viento fuerte..., demasiado fuerte...
Ya es de noche...
El Filósofo, lee y medita...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario