"No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca, ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo..."
D. Francisco de Quevedo.
Eso parece indicarnos usted,
con ese gesto del dedo levantado...
Pues yo no he callar, ¡qué voy a callar!,
de eso nada...
Y ya quisiera tener el genio de D. Francisco,
para dedicarle un soneto magistral,
pero..., pensándolo bien...,
usted no se lo merece...
D. Mariano..., que hace un año ya...
Y esto no marcha...
Que usted aseguró, y aseguró ferozmente,
que en dos patadas,
dejaba el país como nuevo...
Y como nuevo lo ha dejado...
Pero..., ¿usted tiene sangre u horchata en las venas...?
No lo sé...
Desde luego, carisma ninguno...
Cara..., mucha..., muchísima...
Por más que intente esconderse tras las barbas...
Mire..., estamos hartos, y yo, personalmente
hartísimo,
de que todavía apele usted a la coartada,
gastadísima coartada,
de que sus antecesores
dejaron el país hecho trizas...
¡Ya vale, hombre...!
Una vez, bueno...
Dos..., se tolera...
Tres..., fastidia...
Pero cuando la dichosa frase
se pronuncia docenas de veces,
suena a monsergas trasnochadas,
a gaitas destempladas,
y de gaitas, usted sabrá mucho...
¡Digo yo...!
D. Mariano..., usted nos ha engañado,
nos ha tomado el pelo,
se ha reído de sus electores
y del país en general...
¡Conque en dos patadas...!
¡Ya...!
Su credibilidad está a la altura del barro,
pero claro,
usted sólo es el títere,
el que da la cara,
quien enseña el morro ante las cámaras...
¡Si usted gobernara de verdad...!
Pero... ¿cómo va a gobernar usted,
si se desinfla como un globo pinchado,
si pierde el gas como las gaseosas abiertas......?
Ande, D. Mariano, que ya nos ha dado usted la Navidad...
¿No siente nostalgia de su despachito...?
¿De sus chateos con los colegas...?
¿De las papas bravas antes de comer...?
¡Con lo bien que estaría...!
En vez de andar fastidiando al país,
en vez de llevarnos directos al precipicio,
en vez de tener contenta a la banca...
D. Mariano, no me siento con ánimos
de desearle nada...
Y eso que las fechas que se avecinan,
propician a la concordia...
Aunque... ¡a usted parece darle igual...!
Recuerde lo que decía D. Francisco de Goya,
al pie de uno de sus "Caprichos":
"Todos caerán..."
Y usted...,
usted no será una excepción..
¡Amén....!