¡Querida abuela...!
¡Viejecita de manos cansadas, mirada cariñosa y corazón tierno...!
Has cumplido 119 años..
Y nos hemos acercado a ese cementerio, desde donde se contempla la peña Oroel, en un día rebosante de sol,
para dejarte unas flores, unas sencillas flores de vivo color, como a ti te gustaban...
¡Ay, abuela...!
¡Como te echo de menos...!
Todavía sueño contigo, en la terraza, bajo la parra, mientras, de tus manos brota una interminable labor de
ganchillo...
Sueño contigo, paseando por un camino cercano, pero, cuando me aproximo, con el corazón palpitante de
alegría, desapareces...
Te veo en la plaza de la Catedral..., es viernes, y has ido a comprar algunas cosas, porque es día de mercado,
y me miras, sonriendo...
Pero te pierdes entre la gente, y mi corazón parece detenerse, porque ya no te veo...
Siempre es así...
Te fuiste una tarde tranquila, cuando el sol ya se había puesto...
Una tarde de abril, que ya terminaba, que olía a primavera..
¡Y me quedé tan solo...!
Fueron muchos años los que estuvimos juntos...
Mi alma aún se resiente de tu ausencia...
Alguna vez, vienes a mis sueños...
Y, de alguna manera, me haces feliz...
Ven más a menudo...
Yo, siempre te espero...
Un beso, abuela...
(En memoria de mi abuela, que ha cumplido
ciento diecinueve años...
Imagen: Cipreses del cementerio de Jaca,
al fondo, la peña Oroel.
mirarlook/lasfotosdelcoco).
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