José María Pemán.
Después de la corrida.
Hay un bochorno de siesta.
Apenas se mueve el viento.
Queda en el aire un lamento
como un jirón de la fiesta.
Como un ,ultimo vagido
del gran tumulto sonoro.
Como un hilillo de oro
de un alamar desprendido...
Silencio. En el redondel,
inmóvil, triste, callado,
un abanico olvidado
y un clavel...
En el pueblo, unos reflejos
del sol que se va. Unos dejos
de amarguras en las almas.
Y muy lejos, entre palmas,
un fandanguillo...
Muy lejos...
(Archivo: cueva del coco).