sábado, 27 de marzo de 2021

Siguiendo los caminos... (1).

 







 
































































(Archivo: cuevadelcoco.

Imágenes: mirarlookcuevadelcoco).

CARTAS SIN DESTINO. (1).







 


          "...puede que lo recuerdes. Hubo un tiempo en el que nuestras máquinas de escribir, eran, junto a unas pocas cosas, lo más valioso que teníamos. Tecleábamos sin descanso. La tuya, no sé si la conservas. La mía, aguantó siete años, luego, dejó de funcionar. En el mismo lugar donde mi abuela me la compró, también se la quedaron "para piezas". Luego, tuve otra, una "Hispano Olivetti" de color naranja, que también terminó en el mismo sitio. Y otra más. Y una, eléctrica, que nunca me gustó. Era un artilugio poco recomendable. Sin embargo, la primera conoció aquellos intentos literarios que hoy, afortunadamente, han desaparecido. Alguna vez, encuentro algún fragmento entre las páginas de cualquiera de los libros que leíamos y compartíamos en aquella época, y no, no lo leo, me limito a dejarlo donde estaba. Y el libro también. Todos y todo, tenemos derecho al olvido. Debería de crearse una "Ley de Olvido Histórico", para que se quedase en el limbo lo que cualquier ciudadano deseara borrar del cúmulo de recuerdos que constituyen la vida. ¡Vaya carga! Sí, aquellas máquinas de escribir, recibían el impacto de nuestros dedos durante horas. Aún escucho el tac-tac-tac resonando en la noche, cuando, en la mesa de la cocina, y envuelto en silencio, ponía en orden las cosas del Instituto, ese poema escrito en un momento de "inspiración", sobre un sufrido pedazo de papel, doblado y vuelto a desdoblar, y... Bueno, ¡tantísimas cosas! El castigo del teléfono no existía. ¡Ay, aquellas cartas! A mi tío, a mi prima preferida, al compañero de clase que se fue a vivir lejos, porque su padre, que era militar, hanía ascendido, y, lógicamente, suponía un destino nuevo, a la novieta que tenía al otro lado de la frontera, que era hija de padres españoles y nieta de abuelos que tuvieron que salir de aquí, so pena de algún "paseo" al amanecer... Tú también tenías familia cerca de una ciudad importante. Y me contabas tus andanzas, y los incipientes escarceos amorosos que pudiste vivir. ¡Francia...! Cuando paseaba por los alrededores del castillo, me detenía para contemplar las montañas del norte, y sentía deseos de cruzarlas y ver el otro lado... Ya es primavera...! Te deseo lo mejor...! O, como decían los romanos al final de una misiva: Vale!"














(Archivo: cuevadelcoco.

Imagen: mirarlookcuevadelcoco).














 

   

viernes, 5 de marzo de 2021

Pintores aragoneses: José María Martínez Tendero.

 






Obra de José María Martínez Tendero,

que forma parte de un conjunto de pinturas

en las que Viena,

y concretamente

la Catedral de San Esteban,

constituyen su centro de atención.















(Archivo: cuevadelcoco).